Tanto si formas parte de una pequeña empresa emergente como de una gran corporación, una de las principales claves del éxito radica en una simple afirmación: Todo el mundo, independientemente del papel que desempeñe, debe ser consciente del objetivo final y estar equipado para lograrlo.
Pero, ¿cómo se traduce esto a un escenario cotidiano? ¿Cómo garantizan las empresas internacionales con miles de departamentos, equipos y grupos que todos los empleados conocen el objetivo final de la empresa? La respuesta: Fijar objetivos, planificar una estrategia y asignar tareas cronometradas.
Empresas como Coca-Cola o equipos como el buscador Google establecen objetivos públicos a largo plazo y se aferran a ellos como principal pilar del éxito. Sin embargo, hay algo más detrás de esta recopilación de palabras bien pensadas. Los objetivos son sólo el punto de partida de estrategias empresariales piramidales que no sólo dirigen la dirección de una empresa, sino que también desempeñan un papel clave en el fomento de la motivación y el compromiso de los empleados.
Diferencias entre objetivos, estrategias y tareas
El concepto es sencillo, tanto que puede aplicarse a muchos casos de la vida: Para perseguir un objetivo común de grupo, es necesario respaldarlo con un conjunto de estrategias sobre cómo lograrlo. Por último, cada estrategia debe estar respaldada por un conjunto de acciones claras que sean prácticas, mensurables y plenamente comprendidas por quien vaya a cumplirlas.
He aquí un desglose de cada uno de ellos:
Los objetivos son metas específicas y detalladas que definen el resultado deseado que una empresa pretende alcanzar en un plazo de tiempo determinado. Son ambiciosos, cualitativos y orientan a los equipos de la empresa.
Por ejemplo, una empresa de muebles puede tener como objetivo convertirse en líder del mercado de productos ecológicos en América Latina.
Las estrategias desglosan los objetivos más generales en metas específicas, mensurables, alcanzables, pertinentes y sujetas a plazos. Especifican los pasos necesarios para alcanzar los objetivos.
Para la empresa de muebles ecológicos, una estrategia podría ser lanzar una campaña de marketing multiplataforma en los próximos 6 meses, invertir el 5% de los ingresos del año pasado en el departamento de investigación y desarrollo para lanzar un nuevo producto en los próximos 3 años, o contactar con 3 proveedores sostenibles latinoamericanos para la semana que viene.
Las tareas son los pasos que se pueden dar para conseguir las estrategias. Son más granulares y detalladas, y suelen considerarse actividades cotidianas o planes específicos.
En nuestro ejemplo, las tareas podrían incluir esbozar las plataformas, los mensajes y el contenido de la campaña de marketing, revisar los registros financieros para aprobar la asignación de fondos de investigación o ponerse en contacto con varios proveedores solicitando una petición de oferta (RFP).
Diferenciación y aplicación de objetivos, estrategias y tareas
La distinción entre estos conceptos radica en su alcance y especificidad. Los objetivos marcan la dirección general, las estrategias definen los hitos mensurables y las tareas son los pasos cotidianos.
Idealmente, debería haber un único objetivo que irá acompañado de 5-6 estrategias. Cada estrategia conlleva un conjunto de tareas, y el número de éstas dependerá del número de pasos necesarios para llevarla a cabo o del número de empleados/equipos que trabajen en ella.
Una cosa si es clave: Todos los objetivos deben ir acompañados de estrategias y, posteriormente, de tareas.
Por ejemplo, pensemos en una empresa tecnológica emergente:
– Objetivo: alcanzar una base de 10.000 usuarios en la Unión Europea en el primer año de lanzamiento de la aplicación.
– Estrategia: Poner en marcha campañas de marketing online específicas en TikTok e Instagram, colaborar con entre cinco y diez personas influyentes del sector para finales del tercer trimestre y establecer un sistema para ofrecer versiones de prueba por tiempo limitado para atraer a clientes potenciales.
– Tareas: Presentar la estrategia de comunicación a la alta dirección antes de que finalice el trimestre, incluida una base de datos de contactos de posibles personas influyentes del sector; redactar un estudio comparativo de otras aplicaciones que ofrezcan versiones de prueba.
Criterios concretos y herramientas de gestión de proyectos: Sus mejores aliados
Cuando se trata de planificar, el seguimiento es la clave del éxito. Utilizar un objetivo específico, mensurable, alcanzable, pertinente y sujeto a plazos. ayuda a crear declaraciones pertinentes, aporta claridad a los equipos y las partes interesadas, y es la mejor manera de evaluar la eficacia de los objetivos, las estrategias y las tareas.
Otra gran manera de hacer un seguimiento de tu progreso es utilizar herramientas básicas de gestión de proyectos como Trello, Asana o Monday. Para opciones más avanzadas, considere el uso de Taskia. Este software es ideal para adaptar los proyectos a las distintas funciones y resulta especialmente útil para las grandes empresas que gestionan varios proyectos a la vez.
Estas plataformas son formas sencillas e intuitivas de supervisar y realizar un seguimiento colectivo de las tareas, garantizando la alineación con las estrategias y los objetivos. Con un software de gestión de proyectos también se puede hacer un seguimiento muy detallado de los indicadores clave de rendimiento (KPI) y visualizar fácilmente los datos, lo que resulta muy útil cuando la alta dirección tiene que tomar decisiones de alto nivel o cuando hay que presentar los informes de fin de año.
En conclusión, la sinergia entre la planificación a largo plazo, delineada por objetivos, estrategias y tareas, es la piedra angular del éxito empresarial sostenido. Tanto si forma parte de un equipo pequeño como de una empresa numerosa, la adopción de estas prácticas estratégicas cultivará una cultura de innovación y compromiso que, si se combina con criterios concretos y herramientas de gestión de proyectos, le permitirá alcanzar el éxito.
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